Conciliación laboral: cómo conseguirla sin morir en el intento

Hemos colaborado con CuídatePlus mediante una entrevista acerca de la conciliación laboral.

Aquí podéis leer el artículo, de Eva Martínez Arredondo:

«Alcanzar el equilibrio entre la vida laboral, personal y familiar puede parecer un imposible, pero se puede alcanzar. Para ello hay que organizarse bien y ajustar las expectativas procurando no caer en los errores más habituales y separando cada ámbito y contar con los imprevistos.

mujer trabajando en el sofá

El equilibrio entre el trabajo y la vida personal es una tarea compleja que requiere tanto nuestra propia voluntad como la del entorno que nos rodea, tal y como recuerda a CuídatePlus Aitor Berástegui Peris, psicólogo en Eureka Benimaclet y miembro del Colegio de la Psicología de la Comunidad Valenciana. “La conciliación se debe conseguir a través de la reestructuración y reorganización de los sistemas, laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de introducir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales, y cubrir las necesidades de atención y cuidado a personas dependientes”, comenta este experto en relación a la propia definición del término que suscriben distintos autores. 

A su juicio, el primer paso es no intentar asumir la conciliación laboral como un reto exclusivamente individual porque “el contexto tiene mucha influencia en las posibilidades de conciliación y, aunque se van haciendo avances, siguen existiendo dificultades para alcanzar esa situación ideal en la que existan facilidades reales de desarrollarse en diferentes ámbitos: profesional, familiar, social, personal…”.

Con respecto a cómo conseguir un equilibrio entre la vida laboral y personal, Josselyn Sevilla Martínez, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, aconseja ser conscientes del tiempo libre que tenemos después de nuestra jornada laboral, ya que muchas veces se intenta hacer más cosas de las que son posibles y eso genera frustración. “Lo más habitual es tener un horario de trabajo más o menos fijo, por lo que si lo marcamos en nuestro calendario o agenda podremos saber qué tiempo tenemos libre para introducir citas o actividades que queremos completar a lo largo de la semana”, recomienda Sevilla y prosigue: “Debemos intentar priorizar las actividades más importantes y que tienen menos flexibilidad, como por ejemplo una cita médica. Aquí es muy importante ajustar las expectativas y ser conscientes de la realidad en la que nos encontramos”.

Asimismo, esta experta insiste en la importancia de contar con los imprevistos que puedan surgir o el propio cansancio después del trabajo, así como tomar el espacio y tiempo necesario para realizar cada actividad con calma.

“La principal recomendación sería ajustar las expectativas a la hora de plantearnos todas las actividades que queremos hacer: Es muy importante tener momentos de ocio y tranquilidad, es decir, no olvidarnos que parte de nuestra vida personal consiste en cuidarse y descansar. Debemos preguntarnos si de todas las tareas que realizamos, estamos priorizando las más importantes y estamos teniendo en cuenta nuestro cansancio y bienestar”, detalla Sevilla.

Conciliación laboral: los errores más comunes

Para conseguir ese deseado equilibrio entre el trabajo y la vida personal hay que tener en cuenta una serie de prácticas y/o actitudes que lo dificultan. Un ejemplo de ello es el pensamiento de dar el 100% en todo lo que hacemos, reduciendo la vida al ámbito laboral dejando de lado otras facetas como la personal, familiar y social, tal y como señala Berástegui. 

“La salud mental está influenciada por el grado en el que conseguimos alcanzar un equilibrio sostenible, que nos permita sentir que nos desarrollamos con seguridad en los ámbitos que consideremos importantes, y disfrutar de ello generando una autoestima saludable. Por tanto, si me exijo dar el 100% en mi trabajo debo asumir que no me quedará tiempo ni recursos para dedicar a mi familia, amigos, aficiones, descanso…”, aclara este psicólogo.

En su opinión, es necesario asumir las propias limitaciones como algo natural e inevitable, no como un factor que nos impide dar lo mejor de nosotros mismos en los distintos aspectos de nuestra vida. “Cuando el objetivo es imposible de alcanzar, lo más probable es que surjan en nosotros sentimientos de frustración e incapacidad, que no se corresponden con una valoración ajustada a nuestra realidad”, apunta.

No saber gestionar la frustración, un error habitual

En cuanto a cómo manejar la frustración que genera no conseguir la conciliación laboral con el resto de ámbitos, Berástegui considera que para gestionar la frustración es importante cambiar el foco de la responsabilidad individual, centrada en déficits personales, a la responsabilidad social, centrada en factores estructurales, sistémicos y/o sociales. “Esto no significa que no considere muy importante el trabajo psicológico de ajustar nuestras expectativas y exigencias ante el reto de conciliar. Se trataría de poder dedicarte a todas aquellas facetas que consideres importantes en tu vida, sin verte en la obligación de renunciar completamente a ninguna de ellas. En este sentido, este experto advierte que se deben hacer pequeñas renuncias para conseguir ese equilibrio sin centrarnos en aquello que no estamos haciendo.

“Me parece importante insistir en que esto puede ser muy complicado en entornos laborales que no ayudan a liberarnos de exigencias sino todo lo contrario, cuando se plantea que no estar dispuesto/a a dar ese 100% no hace de ti un profesional adecuado. De la misma forma, podemos sentirnos culpables por no dar el 100% cuidando de nuestros familiares, ya que el estereotipo cultural así lo exige, especialmente a las mujeres”, subraya este experto que insiste en la necesidad de un enfoque social además del psicológico a la hora de conseguir conciliar.

Mujer trabajando

En esta misma línea, la psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas explica que la frustración va ligada a la fijación de expectativas que no se ajustan a la realidad y no tienen en cuenta los imprevistos que pueden surgir en el día a día. “Es importante reducir la exigencia que a veces nos ponemos en nosotros o en los demás e intentar ajustar las expectativas sobre ese equilibrio que queremos alcanzar. Si queremos realizar muchas actividades en una sola tarde y consideramos que ese sería el equilibrio óptimo, estamos teniendo un problema de base en nuestras expectativas”, comenta esta experta y añade: “Si priorizamos las actividades que queremos realizar y reducimos nuestra exigencia, introduciendo tiempos más laxos y flexibles, lo más probable es que lleguemos a cumplir las actividades planeadas y no nos frustremos”.

Teletrabajo y conciliación laboral: ¿es posible?

A priori trabajar desde casa parece tener más ventajas cuando se trata de hacer balance entre la vida laboral y personal, pero no siempre es así, pese a que el teletrabajo reduce los desplazamientos y a nivel personal facilita el rendimiento en el trabajo y las tareas del hogar. “Pero esto no siempre ha de ser así, ya que puede ocurrir que al tener tan mezclados el ámbito laboral con el familiar/personal, en lugar de mejorar el rendimiento y el bienestar en los dos, lo que ocurre es que la sensación es de sufrir un desgaste en ambos, porque no se llega a cumplir con las expectativas y exigencias en ninguno”, advierte el miembro del Colegio de la Psicología de la Comunidad Valenciana.

A su juicio, es importante organizar el tiempo de forma equilibrada, conseguir diferenciar el espacio del trabajo del personal, aunque sea en una misma ubicación, para aprovechar los beneficios del teletrabajo y controlar el impacto de los inconvenientes.»

Enlace:

https://cuidateplus.marca.com/salud-laboral/2021/10/04/conciliacion-laboral-conseguirla-morir-179137.html

Vínculos que son para siempre | Ilustraciones de Mathilde Domecq

Los vínculos que desarrollamos con las personas amadas no nos abandonan nunca, ni siquiera cuando éstas desaparecen físicamente. Hay muchas formas de notar a las personas ausentes, a través de diferentes sensaciones y recuerdos.

La ilustradora Mathilde Domecq, nacida en Marsella en 1982, dibuja escenas de la vida de un hombre anciano y su mujer ausente con una técnica muy original: ella es visible únicamente cuando se ilumina el dibujo con luz ultravioleta.

Lo que construimos en vida no siempre desaparece con la muerte. Es importante tener esto en cuenta, especialmente en estos tiempos tan difíciles. Esperamos que os hayan gustado las ilustraciones y que sigáis desarrollando vínculos que duren para siempre con vuestros seres queridos.

Fuente: L’amor que queda | catorze.cat

Poema | ‘Cuando comencé a amarme’

Este maravilloso poema atribuido a Charles Chaplin está lleno de sabiduría y humanidad. En él se relaciona el amor por uno mismo con el desarrollo de cualidades como la autoestima, la autenticidad, la madurez, el respeto, el amor propio, la simplicidad, la sencillez, la humildad, la plenitud y, en definitiva, el saber vivir.

Se cree que lo escribió con 70 años de edad, aunque su origen es incierto. También ha sido considerado una adaptación libre de un fragmento del libro «When I loved myself enoguh» (Cuando me amé lo suficiente) de Kim y Alison McMillen.

charles chaplin book collage

Izq.- Charles Chaplin (26 años) Der.- Portada del libro «When I Loved Myself Enough» de Kim y Alison McMillen

En cualquier caso, lo compartimos porque nos parece un texto muy inspirador para establecer relaciones constructivas, agradables y placenteras con nosotros mismos:

Cuando comencé a amarme

«Cuando comencé a amarme
comprendí que en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima

Cuando comencé a amarme,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad

Cuando comencé a amarme,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez

Cuando comencé a amarme,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto

Cuando comencé a amarme,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio

Cuando comencé a amarme,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez

Cuando comencé a amarme,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad

Cuando comencé a amarme,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud

Cuando comencé a amarme,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir

No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas.»

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Decisiones imposibles | Gregory Bateson

En este artículo que hemos traducido del portal AEON, el escritor británico Tom Parks nos cuenta episodios significativos de la biografía de Gregory Bateson que influyeron en su desarrollo personal, académico y profesional.

La idea principal que recorre el texto es la capacidad del ser humano para superar situaciones cuya resolución se presenta como imposible, mediante una reestructuración de las circunstancias percibidas que permita encontrar soluciones originales y evolucionar a través de novedosas formas de experimentar la realidad.

La figura de Gregory Bateson constituye una referencia imprescindible para nuestro trabajo en Eureka Benimaclet. Entre otros motivos, por su espíritu interdisciplinar y por haber sido capaz de establecer las bases que permitieron la evolución de la psicoterapia hacia modelos de carácter más cognitivo, experiencial y sistémico.

Lo que más admiramos de él es su empeño por cuestionarlo absolutamente todo de forma profunda e incisiva. Esa mirada ha favorecido el desarrollo y la evolución del trabajo psicoterapéutico, pero el alcance de su legado no queda ahí, ya que también afecta a los fundamentos de la comunicación, de la ecología, de la ciencia y de la realidad que percibimos.

Esperamos que os resulte interesante:

Impossible Choices

Aprendiendo de su familia, sus animales y su trabajo con gente tribal, Gregory Bateson descubrió el potencial creativo de la paradoja. (Gregory y Nora Bateson con su gibón mascota, Hawaii, 1970. Fotografía cortesía de Bateson Idea Group)

‘A veces, un dilema percibido como una agonía en la adolescencia no solo puede proporcionar las bases para una carrera de prestigio, sino también llevar a un cambio profundo en el mundo de las ideas. Así es la situación a la que se enfrentó Gregory Bateson, de 17 años de edad, tras el suicidio de su hermano en 1922, y que hoy resulta extremadamente relevante para nosotros ya que, eventualmente, lo llevó a revolucionar el estudio de la antropología, aplicar la teoría de la comunicación al ámbito del psicoanálisis (socavando así el modelo freudiano), inventar el concepto del “doble vínculo» y hacer uno de los primeros alegatos coherentes, argumentados científica y filosóficamente, para un enfoque holístico de la crisis ambiental mundial. Al tratar de condensar el trabajo de Bateson en un concepto central, se puede decir que, por encima de todo, propuso un cambio de paradigma en el sentido de considerarnos actores con propósitos, tomando decisiones activamente en el mundo.

Nacido en 1904, Gregory recibió su nombre en honor a Gregor Mendel, el monje y botánico que abrió el camino para comprender cómo se transmiten los rasgos hereditarios de una generación a otra. El padre de Gregory, William Bateson, defendió las teorías de Mendel en Inglaterra, involucrándose en años de violentas polémicas sobre la naturaleza del proceso evolutivo, y acuñando la palabra «genética» en el proceso.

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Así que esta era una familia de científicos. La esposa de William, Beatrice, trabajó con él en su investigación, y su padre había sido académico. El hermano mayor de Gregory, John, estaba estudiando biología en la Universidad de Cambridge cuando fue reclutado para combatir en la Primera Guerra Mundial, y fue asesinado en 1918. Su otro hermano, Martin, también fue a Cambridge para estudiar zoología. Se esperaba que Gregory, unos cinco años más joven, hiciera lo mismo, como su homónimo. Los grandes logros, en la familia Bateson, eran la única justificación para vivir.

Sin embargo, su padre insistía en que el mayor logro de todos era el arte. El arte era sublime, la ciencia una pobre segundona. Su padre recopiló arte, en particular la obra del visionario William Blake, cuya acuarela original ‘Satan Exulting Over Eve’ (1795) colgaba de la pared en la sala de estar. Y asoció el genio especial del artista con la idea del salto genético, el tipo de cambio evolutivo que puede llevar a la raza a un nivel más alto de desarrollo. Es solo que no creía que su familia pudiera apuntar tan alto.

Satan Exulting Over Eve (1795)

‘Satan Exulting Over Eve’ (1795) – William Blake

Teniendo en cuenta estos mensajes conflictivos: “debes lograr cosas, pero no eres capaz de alcanzar el mayor logro”, probablemente fue inevitable que uno de los tres hijos buscara ser artista. Beligerante y exhibicionista como su padre, también furioso con el establishment británico que había apoyado la guerra que mató a su hermano, Martin abandonó la ciencia por la poesía y el teatro. Su padre se opuso a él. Los dos discutieron y pelearon. Finalmente, enamorado de una joven que no le devolvió su afecto, Martin eligió el cumpleaños de su hermano muerto para ir a la estatua de Eros en Piccadilly Circus y dispararse en la cabeza. Tenía 22 años.

Gregory, hasta entonces considerado el “tonto” de la familia, de repente se encontró cargado con las considerables expectativas de sus padres. El mismo día después del suicidio de Martin, su padre le escribió al niño del internado para recordarle que solo el «gran trabajo» hace que la vida valga la pena, pero, una vez más, que «el arte es prácticamente inalcanzable para personas como nosotros». La muerte de Martin lo demostró. «Fija tu mente en algún interés impersonal definido», le dijo su madre en una carta aparte.

Gregory estaba a punto de ir a la universidad: Cambridge, por supuesto. «Me dejaron sosteniendo una especie de bolsa», reflexionó más tarde, «protegiendo a estas personas como si estuvieran hechas de vidrio». Sus padres insistieron en que estudiara zoología. Parecían asustados de cualquier cosa veleidosa, psicológica, inestable. Sin embargo, para Bateson, el único objeto digno de estudio parecía ser el comportamiento humano, el tipo de circunstancias complejas (la guerra, la academia británica, sus antecedentes familiares) que habían creado el drama que estaba viviendo. Lo que eventualmente hizo fue usar las herramientas de observación y análisis que su padre le enseñó, la atención del zoólogo a los patrones y la morfología para brindar un enfoque nuevo al estudio de la conducta en grupos y, sobre todo, cómo los individuos se comunican y se relacionan en grupos. Al releer sus dos grandes obras, ‘Naven’ (1936) y ‘Steps to an Ecology of Mind’ (1972), es evidente que su influencia en diversos campos ha sido enorme. Además, el mensaje que finalmente formuló a lo largo de los años 60 y 70 sigue siendo tan urgente como siempre.

O, más bien, mensajes. Habiendo crecido en un mundo donde a uno le decían con toda claridad qué hacer, Bateson evitó escrupulosamente ofrecer directivas firmes. Un resumen de las conclusiones a las que llegó al final de su carrera podría ser el siguiente: tanto la sociedad como el medio ambiente están profundamente enfermos, sesgados y devastados por la obsesión occidental por el control y el poder, una mentalidad que deviene más destructiva gracias a los avances tecnológicos. Sin embargo, cualquier intento de corregir las cosas con más intervención y más tecnología solo puede ser otra manifestación de la misma imprudencia.

bateson quotes

Esto podría parecer una receta para el derrotismo y la inmovilidad. Pero Bateson era de lo más sutil. Los imperativos en conflicto, las paradojas y las situaciones de no ganar, insistió, podrían muy bien volvernos locos, pero también generan creatividad, e incluso arte. Ante una elección imposible, un «koan» como lo llaman los budistas zen, se verá obligado a revolucionar la forma en que piensa para seguir adelante. En lugar de sugerir soluciones técnicas a los problemas del mundo, Bateson esperaba poder inspirarnos a comenzar a pensar en cambiarnos a nosotros mismos. Porque «los principales problemas del mundo», escribió, «son el resultado de la diferencia entre cómo funciona la naturaleza y la forma en que la gente piensa».

El proceso de autotransformación de Bateson comenzó con una carta a su padre en 1925. Un año antes, sus padres lo habían persuadido para que rompiera su compromiso con una mujer suiza. Ella no era inglesa, no era científica, por lo tanto no era adecuada. Expulsado, en compensación, a las Islas Galápagos para repetir el trabajo de campo que Charles Darwin había realizado un siglo antes, Bateson encontró a los habitantes mucho más interesantes que la fauna. Suplicándole a su padre que no se sintiera «terriblemente decepcionado», le escribió para decirle que necesitaba «romper con la ciencia impersonal común». Estudiaría personas, antropología.

Diez años más tarde, en la primera página de ‘Naven’, observó que, si bien el artista podía captar todo el tono emocional o el espíritu de una sociedad en unas pocas páginas, los antropólogos se limitaban a la mecánica de su organización. Pero él buscaría vincular organización y ética. Como científico, invadiría el territorio del arte. O bien, haría ciencia como un artista. Así, Bateson, respondiendo a las actitudes conflictivas de sus padres, se encontró al comienzo del movimiento que cuestionaba las limitaciones de un enfoque científico tradicional, en particular la idea de que el observador científico está completamente separado de los objetos de su estudio. Pero tal pensamiento estaba arraigado en la civilización occidental. «Hay momentos», comentó irónicamente «en los que me encuentro a mí mismo creyendo que hay algo que está separado de otra cosa».

naven bateson

‘Naven’ toma su título de una serie de rituales extraños realizados por la gente Iatmul de Nueva Guinea, que desconcertaron a Bateson durante algunos años. Había viajado al Pacífico Sur en 1927 con la intención de explorar la relación entre la individualidad y la cultura, ansioso por socavar el modelo antropológico británico dominante de la época, formulado por Alfred Radcliffe-Brown, que consideraba a las sociedades humanas como biológicas. Organismos, con el comportamiento de las partes individuales totalmente explicable en términos de las necesidades del conjunto. Bateson encontró este rígido determinismo opresivo y poco convincente, en parte porque no explicaba el conflicto entre individuos, y nuevamente porque ignoraba el ámbito de la estética.

 

Los patrones de comportamiento opuestos alentaron la escalada de la competencia entre hombres y mujeres

 

Sin embargo, una vez entre las tribus del área, no tenía idea de qué observar o cómo proceder. Otros antropólogos habían desarrollado cuestionarios elaborados y métodos agresivos de interrogación, pero a Bateson le horrorizaba toda interferencia en la vida de otras personas y creía que los cuestionarios implicaban que uno ya sabía cuáles eran las preguntas importantes. En 1929, se estableció solo en el río Sepik con los Iatmul, un pueblo que recientemente había abandonado el canibalismo y continuó atribuyendo todo lo que salía mal a la «falta de homicidios», moldeando toda su cultura con «un énfasis continuo en» lo espectacular’. Bateson pronto se dio cuenta de que el ambiente belicoso de la tribu estaba alterando su propia personalidad. Se había vuelto más áspero en sus métodos. De todos modos, no fue hasta 1932 que finalmente logró su avance.

Bateson había estado observando el comportamiento radicalmente diferente de los hombres y mujeres Iatmul. Cuanto más exhibicionistas y jactanciosos eran los hombres, más calladas y contemplativas se mostraban las mujeres. Se dio cuenta de que los patrones de comportamiento opuestos se estimulaban, o proporcionaban el contexto mutuo, alentando una dinámica de competencia creciente entre los hombres, para impresionar a las mujeres, y una creciente diferenciación entre hombres y mujeres a medida que éstas se hundían en una pasividad admirativa que a veces bordeaba lo catatónico.

La naturaleza potencialmente inestable de este proceso, a la que se refirió como cismogénesis (una interacción que genera diferencias entre individuos), le permitió atribuir una función a los extraños rituales de ‘Naven’, que involucraban a mujeres vestidas con ropa de hombre y adoptando con entusiasmo, aunque sea brevemente, el comportamiento masculino tradicional. Mientras que los hombres se visten con ropa de mujer y se presentan como humillados y pasivos, incluso sometiéndose a una violación anal simulada.

Bateson planteó la hipótesis de que la sociedad Iatmul actuaba como un sistema de autocorrección. El individuo era libre de asumir una posición particular dentro del espíritu del grupo e inyectarle una novedad, pero cualquier comportamiento que amenazara seriamente la continuación del todo (como cuando alguien rompe un tabú o repetidamente no respeta las reglas que gobiernan el comportamiento sexual) sería contrarrestado por los rituales y reacciones tradicionales.

Más provocativamente, razonó que el tipo de tareas que la sociedad requería de los individuos condicionaba sus habilidades cognitivas. Los hombres de Iatmul podían recordar prodigiosos números de nombres ancestrales y los mitos que se les atribuyen; tal conocimiento garantizaba la posesión de poderes totémicos, una posesión desafiada por clanes rivales que reclaman un conocimiento superior. Sin embargo, hablar de los mitos en voz alta implicaba disipar su poder, por lo tanto, en un debate competitivo entre los clanes sobre la posesión de los nombres, los opositores fueron desafiados por detalles específicos de los mitos, pero sin que las historias más amplias salieran a la luz. Era una situación, observó Bateson, bastante ajena al «aprendizaje memorístico» utilizado en Occidente, y que requería poderes extraordinarios para recordar. No es lo que aprendemos, continuó reflexionando, lo que nos hace quienes somos, sino la manera en que hemos aprendido a aprender. Esto explicaba por qué uno podría imaginar que las personas de otras culturas eran menos inteligentes: se trataba de que nuestras culturas nos entrenaban para desarrollar diferentes tipos de inteligencia.

En diciembre de 1932, la antropóloga Margaret Mead y su esposo Reo Fortune se encontraron con Bateson en la aldea de Iatmul en Kankanamun, y los tres trabajaron juntos durante algunos meses. Fue una reunión de dos enfoques diferentes de la antropología. Mead había estudiado con Franz Boas en Nueva York, quien veía a la sociedad no como un mecanismo orgánico, sino como una psicología de patrones colectivos que se desarrollaban históricamente. Esto fomentó el uso político de la investigación antropológica y, de hecho, Mead ya era famosa por utilizar sus estudios para promover puntos de vista liberadores sobre la sexualidad y el papel de la mujer en la sociedad. Más tarde, ella sería acusada de usar tácticas de investigación agresivas para encontrar lo que quería encontrar, independientemente de la situación real.

mead fortune bateson

Bateson, Mead y Fortune (1933)

En cualquier caso, ella y el más cauteloso Bateson se complementaron, y los tres comenzaron a utilizar sus teorías no solo para entender a los Iatmul, sino como una forma de conocerse a sí mismos y cómo cada uno encajaba en su propio grupo. «Nosotros…Vimos el mundo con ojos que parecían recién abiertos a cada acto y gesto», escribió Mead. «Todos nuestros amigos parecían haberse vuelto más inteligibles para nosotros».

Pero Fortune no estaba tan impresionado, sintiendo que los esquemas de comportamiento que Bateson estaba elaborando, la base de lo que ahora se llama “Teoría de Posicionamiento”, se estaban utilizando para aislarlo. De hecho, el período de convivencia de los tres terminó con Mead dejando a Fortune y casándose con Bateson en Singapur en 1936. A su madre, que ahora era viuda, Bateson le explicó que era un matrimonio de conveniencia, ya que él y Mead realizarían trabajo de campo en una aldea remota en Bali. La ciencia seguía siendo la prioridad. Cuando Mead llegó a la boda con una nueva ropa interior de seda, Bateson la usó para envolver sus lentes de cámara.

De hecho, la novedad del proyecto de Bali fue la fotografía. Por primera vez, un estudio etnográfico se llevaría a cabo principalmente a través de filmaciones. Nuevamente, fue una manera de establecer el principio de interconexión. En la introducción de ‘El carácter balinés: un análisis fotográfico’ (1942), Bateson y Mead explican:

‘Estamos intentando un nuevo método para establecer las relaciones intangibles entre los diferentes tipos de comportamientos culturalmente estandarizados colocando juntas fotografías mutuamente relevantes. Piezas de comportamiento, separadas espacial y contextualmente -un bailarín de trance transportado en una procesión, un hombre mirando un avión, un sirviente que saluda a su maestro en una obra de teatro, la pintura de un sueño- pueden ser todas ellas relevantes para un mismo debate. El mismo hilo emocional puede correr a través de ellos.’

Tanto este último como ‘Naven’ son libros extraordinarios por su constante ida y vuelta, desde un particular concreto hasta un resumen generalizado. Los aspectos del comportamiento se observan cuidadosamente, luego se extrapola una teoría general, pero de inmediato Bateson vuelve a lo concreto para admitir que todavía hay mucho que no se ha explicado. Toda su escritura se caracterizaría por esta oscilación entre el tipo de gran ambición que su padre habría aplaudido y una desaprobación de sí mismo. La conciencia de que el panorama general seguía siendo difícil de alcanzar, servía como una advertencia contra cualquier intervención «correctiva» basada en su trabajo.

 

Una carrera de armamentos que lleva a una guerra es una cismogénesis a gran escala, sin retroalimentación correctiva

 

trump kimjongun

Siempre obsesionado por las mismas preguntas, sobre todo por el hecho de que el mundo natural parecía mantenerse unido y equilibrarse mutuamente mediante el diseño de patrones – de modo que las venas de una hoja pudieran compararse de manera útil con las escamas de un pez, o las órbitas de los planetas, o una danza tribal- Bateson nunca fue repetitivo. Sentía que llegar a su preocupación central desde diferentes ángulos favorecería una comprensión más profunda, un enfoque más centrado en los principios, en lugar de en los fenómenos superficiales. Como resultado, se lo consideraría un precursor del movimiento de fines del siglo XX hacia los estudios interdisciplinarios y el holismo. Rompiendo con Mead en 1948, porque la encontraba demasiado controladora e invasiva, demasiado decidida, se lanzó a la teoría de la información, a la cibernética y, fundamentalmente, a la psicoterapia.

La guerra había llevado a los científicos a considerar cómo los mecanismos (los sistemas de misiles antiaéreos, por ejemplo) podrían auto corregirse, utilizando retroalimentación constante para ajustar su actividad a un resultado deseado. Bateson aprovechó este modelo «cibernético» para desarrollar sus propias intuiciones sobre el funcionamiento y el mal funcionamiento de las sociedades, las familias y los individuos. Una carrera de armamentos que condujera a una guerra, por ejemplo, era una cismogénesis funcionando fuera de control a gran escala, sin retroalimentación correctora. De manera similar, un joven que se dispara a sí mismo en Piccadilly por peleas familiares y amor no correspondido podría verse como un caso de autoajuste fallido. Fue un enfoque que dejó de lado las explicaciones históricas, o un enfoque freudiano centrado en el trauma infantil, para considerar toda experiencia como una interacción sistémica, aunque a diferentes niveles.

Pero si las sociedades y los individuos fueran realmente sistemas de autocorrección, ¿por qué la retroalimentación adecuada no siempre aparece? ¿Cómo se explica que ocurran desastres? Considerando estudios recientes sobre la distinción entre información analógica y digital, Bateson decidió que, en términos humanos, esto podría compararse con el lenguaje, por un lado, donde las palabras no tienen una relación real con las cosas a las que se refieren, y el gesto físico o el tono de la voz, que supone un tipo diferente de realidad. ¿Qué pasaría si el contexto que el cuerpo crea alrededor de una comunicación lingüística no estuviera sincronizado con las palabras? ¿Si alguien dijera una cosa, pero pareciera significar otra?

composicion doble vinculo

En 1953, Bateson aceptó una beca de investigación para establecer un proyecto que eventualmente se establecería en la Fundación de Investigación Médica de Palo Alto en California. Durante 10 años, se sumergió en las duras realidades de la medicina psiquiátrica, liderando a un equipo de investigadores en busca de un nuevo modelo para el tratamiento de enfermedades mentales, algo que podría ofrecer una alternativa al enfoque freudiano, que a menudo condujo a largos y no concluyentes períodos de psicoterapia difícilmente sustentables para muchos enfermos. Si, según razonaron los patrocinadores de Bateson, los síntomas psiquiátricos podrían atribuirse a un sistema de comunicación que funciona mal (la forma en que las familias se hablan entre sí) quizás intervenciones muy simples podrían tener efectos terapéuticos. Fue el comienzo del movimiento hacia la psicoterapia cognitiva conductual y una indicación de que Bateson todavía estaba pensando en términos de los aspectos destructivos de su propia familia. Fiel a las tradiciones familiares, una vez más se había casado en el trabajo, esta vez con su secretaria, Betty Sumner.

Bateson trabajó con esquizofrénicos que, con frecuencia, no aprecian el contexto en el que se debe entender un mensaje. Una pregunta rutinaria de una camarera: «¿En qué puedo ayudarle?» Podría entenderse como una proposición sexual. O que le digan que un plato en el menú no está disponible podría contextualizarse como parte de una elaborada conspiración internacional. En lugar de buscar la causa de esta perturbación en la psique traumatizada o en una disfunción orgánica del cerebro, Bateson sugirió que el esquizofrenico «aprendió» a «vivir» en un universo donde las secuencias de eventos son tales que sus hábitos de comunicación no convencionales serán, en cierto sentido, apropiados. Su «desorden», por así decirlo, es parte de un sistema más grande. De hecho, Bateson comenzó a pensar que la enfermedad en sí misma podría ser la forma en que el gran sistema social se autocorrige. La familia puede continuar como está porque un niño está enfermo. El «sistema» a nivel individual se sacrifica para mantener el sistema a nivel familiar o social.

Pero, ¿cuáles eran estas «secuencias de eventos» y el sistema que implicaban? Bateson imagina a un niño que desde su nacimiento recibe mensajes contradictorios de la figura más involucrada en su cuidado. En ‘Hacia una teoría de la esquizofrenia’ (1956), ofrece un relato de un joven que se está recuperando de un episodio esquizofrénico agudo, al que su madre visitó en el hospital:

Se alegró de verla y le puso el brazo impulsivamente alrededor de los hombros, con lo cual ella se puso rígida. Retiró el brazo y ella le preguntó: «¿Ya no me quieres?». Se sonrojó y ella dijo: «Querido, no debes avergonzarte tan fácilmente ni tener miedo de tus sentimientos». El paciente pudo quedarse con ella solo unos minutos más y, después de su partida, él asaltó a un ayudante…

Al ejemplo sigue un análisis de dos páginas en el que Bateson observa cómo la madre rechaza el afecto, exige afecto y luego critica a su hijo por una inhibición que ella misma ha alentado. En última instancia, sugiere Bateson, el paciente se enfrenta al dilema: «Si quiero mantener mi vínculo con mi madre, no debo mostrarle que la quiero, pero si no le muestro que la quiero, entonces la perderé».

 

Todos los miembros de la familia, incluido el paciente, desempeñaron un papel semejante en el sistema de comunicación que llevó a la enfermedad

 

Crecer dentro de tal dilema, o «doble vínculo» como Bateson lo apodó, muy probablemente provocaría un trauma estructural, como si la mente se pusiera constantemente ante los enigmas del tipo: «Todas las declaraciones en esta página son falsas». El niño comenzaría a comportarse en consecuencia, disociando la comunicación verbal y no verbal, los niveles literal y metafórico. Esto explica por qué la conversación con una persona esquizofrénica se caracteriza por una serie de saltos lógicos, de tal manera que la parte «normal» del diálogo, a menudo, sospecha que la persona esquizofrénica se burla de él o ella.

Angry woman screaming at herself with finger on lips gesture

La teoría de Bateson sobre el doble vínculo fue inicialmente recibida como un gran avance, alentando a sus colegas a extender su terapia a familias enteras en un intento de cambiar los patrones de comunicación entre ellos, liberando así al esquizofrénico de su respuesta «apropiada». La gente se emocionó mucho al ver que una solución a esta enfermedad mental enigmática podría estar al alcance de la mano. Fue el comienzo de la terapia familiar tal como la conocemos hoy. Sin embargo, el enfoque también provocó la oposición de aquellos que sentían que el modelo culpaba injustamente a los padres, o a la madre, por la condición del esquizofrénico, mientras que en realidad la enfermedad, según ellos, se debía a un trastorno físico del cerebro.

Típicamente, Bateson se disociaba tanto de los entusiastas como de los detractores. Imponer una «solución» a la familia desde el exterior como un ejercicio de poder solo podía causar daño, dijo a sus colegas. Su propio enfoque consistía simplemente en establecer un tipo de comunicación más saludable con un paciente, tal vez jugando al golf juntos. Pero aquellos que lo acusaron de generar un juego de culpas eran igualmente ingenuos, pensó. Asumieron que un padre tenía un poder unidireccional sobre un niño. Más bien, todos los miembros de la familia, incluido el paciente, desempeñaron un papel igualitario en el sistema de comunicación que llevó a la enfermedad. Ante una acusación de que no estaba tomando en serio el aspecto orgánico de la enfermedad, Bateson respondió:

‘Admito que la esquizofrenia es tanto una «enfermedad» del «cerebro» como una «enfermedad» de la «familia», si el Dr. Stevens admite que el humor y la religión, el arte y la poesía también son enfermedades del cerebro, o de la familia, o de ambos.’

Este fue siempre su estilo, forzar el debate hacia el panorama general, haciendo que cualquier intervención apresurada pareciera grotesca. En la conferencia ’Forma, sustancia y diferencia’ (1970), sugiere que detrás de este debate hay un error clave en la mentalidad occidental:

‘Si pones a Dios afuera y lo colocas frente a su creación, y si tienes la idea de que estás creado a su imagen, lógicamente y naturalmente te verás igualmente afuera y en contra de las cosas que te rodean.’

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‘La creación de Adán’ es un fresco en el techo de la Capilla Sixtina, pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511

Así que todas las relaciones, incluidas las del científico con el objeto de su estudio, se convirtieron en relaciones de poder. Las creencias anteriores en múltiples deidades interactivas inmanentes en el mundo natural eran, pensó Bateson, mucho más cercanas a nuestra experiencia del mundo real.

Con Betty y su hijo John, Bateson vivía en una casa llena de animales: caimanes, armadillos, serpientes, arañas…Betty finalmente lo dejó porque Bateson era «sobreprotector» con ella. Desalentado por la creciente controversia que rodea al doble vínculo y la terapia familiar, Bateson se dedicó a estudiar la comunicación en los pulpos y, finalmente, en los delfines. ¿Jugaban tales animales? Si es así, ¿cómo podría un pulpo contextualizar un mensaje para que otro supiera que un cierto gesto estaba pensado en el juego y no de verdad? En 1961, una vez más, se casó con alguien para ayudarlo con su investigación. La trabajadora social psiquiátrica Lois Cammack había ayudado a Bateson a recolectar pulpos y mantenerlos en su casa. Más tarde ella observó que, en línea con el espíritu que había heredado de su familia, Bateson vio todo el tiempo fuera del trabajo como un desperdicio. Seguía siendo un triunfador obsesivo.

Durante los años 70 y 80, en una serie extraordinariamente creativa de conferencias, artículos y ensayos recopilados en ‘Pasos hacia una ecología de la mente’, Bateson instó a las personas a reexaminar su propia forma de aprender y pensar. Reflexionando sobre una pintura de Bali, por ejemplo, sugiere que la naturaleza del arte, en particular su ambigüedad característica y la abundancia de posibles significados, es llevarnos a un estado de contemplación, en lugar de a la acción. Se hace que el mundo parezca demasiado complejo para entenderlo o controlarlo, por lo tanto, el arte ofrece una función de «autocorrección» en una sociedad inclinada a la intervención.

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Pero quizás el más característico de sus ensayos posteriores es «La cibernética del yo: una teoría del alcoholismo» (1971). ¿Por qué, preguntó Bateson, algunos alcohólicos fueron «curados» por Alcohólicos Anónimos (AA) con su mandato a la víctima para reconocer que él o ella era «impotente» frente al alcohol?

Bateson comienza su respuesta al observar que en muchos países el consumo de alcohol se produce con un espíritu competitivo, una cismogénesis simétrica, si así lo desea, en tanto que los bebedores tratan de superarse unos a otros, cada uno valorando la capacidad de tomar su bebida. Mantenerse sobrio se entiende así como una expresión de poder sobre el yo y el mundo, un enfoque que implica un dualismo cartesiano de la mente y la materia: mi fuerza de voluntad frente a la botella.

Cada vez que el alcohólico se emborracha, familiares y amigos lo invitan a mostrar más autocontrol. Deja de beber por un tiempo, pero esto conduce a una pérdida de orgullo (es alguien que no puede tomar su bebida), por lo que en cierto momento intenta demostrar su control y recuperar su orgullo bebiendo solo un poco. El retorno a la bebida es, entonces, un intento de corregir un aspecto implícito del estado sobrio, su debilidad, que el alcohólico, dado el espíritu social general, considera inaceptable.

 

El alcohólico eventualmente llega a una situación de crisis donde vivir en el estado de sobriedad es absolutamente miserable, mientras que beber es suicida

 

Sin embargo, el efecto inmediato del alcohol, al invitar al bebedor a abandonar el autocontrol y seguir la corriente, corrige la idea peligrosa de que uno está separado y opuesto al mundo. Inicialmente entonces, esto es terapéutico. El bebedor se siente inmediatamente más integrado y relajado, incluso una mejor persona. Excepto, por supuesto, que luego sigue bebiendo demasiado, lo que lleva a una mayor humillación y otros mandatos para mostrar el autocontrol.

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Oscilando entre el atracón salvaje y la sobriedad rígida, el alcohólico eventualmente llega a una situación de crisis donde vivir en el estado de sobriedad es absolutamente miserable, mientras que beber es suicida. Tenemos nuestro doble vínculo, o koan. En este punto de total impasse y desesperación, los preceptos de AA ofrecen una solución, una oportunidad de seguir adelante, a través de una revisión completa de la mentalidad del alcohólico. Él acepta que no tiene control, ni poder. Incluso abandona su nombre y, por lo tanto, su orgullo personal, en el anonimato del grupo y hace que su prioridad sea ayudar a otros en su situación. Este movimiento por fin hace que el estado sobrio sea aceptable, y la idea de «desafiar» a la botella es impensable. En lugar de cambiar el mundo, aprende a adaptarse.

Las palabras finales del artículo de Bateson sugieren que, aparte de la cuestión del alcoholismo, su ensayo es una invitación más general al cambio:

‘Si continuamos operando en términos de un dualismo cartesiano de mente contra materia, probablemente también continuaremos viendo el mundo en términos de Dios contra hombre, élite versus personas, raza elegida frente a otras, nación contra nación y hombre contra medio ambiente. Es dudoso que pueda perdurar una especie que tenga tanto una tecnología avanzada como esta extraña forma de ver su mundo.’

En una entrevista con su biógrafo David Lipset en 1972, Bateson fue aún más directo. Lo más que se podía hacer por el mundo «era un trabajo científico que pudiera reconciliar a los occidentales con la muerte», la última entrega de control. Fue una actitud que lo atrajo hacia el budismo en sus últimos años, y lo hizo inmensamente popular entre grupos alternativos de todo tipo. Sin embargo, Bateson sospechaba de la popularidad, y siempre insistió en un enfoque científico riguroso, por difíciles que fueran las preguntas en discusión.

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En 1975, el psicólogo R D Laing, un admirador de Bateson, se sorprendió de que, a pesar de su escepticismo, edad y evidente cansancio, seguía viajando a conferencias en todo el mundo. Una noche en la cena, Laing recuerda:

‘Empezamos a hablar sobre el Tótem y Taboo de Freud, sobre comerle al padre. De repente me di cuenta de que él quería ser comido, que quería que todo lo que tenía, todos los jugos … se incorporara en sus hijos, en sus hijos espirituales, en sus hijos científicos. Casi pensé que estaba haciendo las rondas para asegurarse de que todos tuvieran una última oportunidad de “absorber” el último pensamiento.’

Ser comido: el último «gesto ecológico». Afortunadamente, para aquellos de nosotros que no pudimos unirnos al “banquete” antes de su muerte en 1980, los libros de Bateson siguen siendo tan “nutritivos” como siempre.’

Artículo original en inglés:
Impossible choices – Tim Parks (AEON)

Relato corto | ‘La verdadera identidad de Papá Noel’ por John McWhirter

Inspirador relato de John McWhirter en el que nos muestra un bonito ejemplo de intervención psicológica dirigida a una niña de ocho años en Navidad. Lo que su profesora dijo delante de toda la clase le hizo sentir triste y descolocada pero, gracias a un oportuno reencuadre de significados, la pequeña protagonista consiguió vivir las fiestas como nunca lo había hecho.

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Esperamos que os guste y aprovechamos para desearos unas felices fiestas:

«Hace seis años, justo antes de Navidades, un colega me dijo que su hija de 8 años se sentía muy mal porque su profesora desveló a toda la clase de niños de 8 años que no existía Papá Noel. La profesora dijo que, por supuesto, sí existían los Reyes Magos según se describía en la biblia pero que no había referencia a Papá Noel, por lo que no existía. Dijo que ahora ellos tenían 8 años y debían conocer la verdad.

Aunque esto era técnicamente correcto para un profesor de un colegio católico en relación a la biblia, yo discrepaba en cuanto a la “verdad”, y mucho más en cuanto a la intervención. A pesar de no poder ayudar a toda la clase, estaba seguro de…¡poder ayudar a un individuo!

Le pedí a mi colega que me trajera a su hija al trabajo para hablar “informalmente” con ella. La niña me había visto antes en el trabajo y era fácil conectar con ella cómodamente. Después de un “hola” breve, mi intervención fue a grandes rasgos como sigue:

<<He oído que tu profesora ha dicho a tu clase que no hay ningún Papá Noel en la biblia. Tu profesora está en lo correcto. No hay Papá Noel en la biblia, y tiene razón cuando dice que no hay una única persona que sea Papá Noel. Pero hay un Papá Noel. Él existe, no en la biblia sino justo aquí en el mundo.

Has visto durante mucho tiempo, una vez al año, a personas que realmente han querido ser especialmente amables y generosas, queriendo cuidar a otras personas y todo eso al mismo tiempo. Has visto que cuando todo el mundo hace todo eso al mismo tiempo ocurre algo extra y especial.

Hay muchas personas implicadas en pensar en todo eso individualmente, demasiadas para poder contarlas. Son tantas que simplificamos toda esa amabilidad y todo ese dar con el nombre de Papá Noel. Porque cuando todo el mundo se une se siente como que hay una sola persona que está haciendo que todo eso ocurra, alguien especial que lo hace todo especial.

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Eso significa que todos nosotros somos Papá Noel cuando nos unimos y que también disfrutamos siendo Papá Noel cuando nos unimos.

Ahora esto es demasiado complicado para que lo entiendan los niños pequeños, y por eso se lo ponemos fácil para que lo puedan comprender cuando les decimos que es una sola persona y no toda la familia, amigos, vecinos, y millones de personas que nunca han visto.

Tú tienes 8 años ahora y ya no eres una niña pequeña. Estás haciéndote mayor y probablemente estés preparada para tomar parte junto con el resto de nosotros en ser parte de Papá Noel. Y lo bueno de esto es que puedes disfrutar de esperar con ilusión a que Papá Noel te traiga cosas especiales, cosas que tus padres, abuelos, familia y amigos han escogido especialmente para ti. Y ahora estarás más involucrada en pensar sobre qué les gustaría a ellos también. Como ves, podemos obtener cosas como juguetes, ropa, libros, en cualquier época del año. Eso no es diferente, no es especial. En este momento del año, es el sentimiento especial, el querer complacer a los otros, el querer hacerlo especial lo que lo convierte en una momento muy especial.

Ahora, no todo el mundo forma parte de ello. Algunas personas sólo piensan en qué regalos van a recibir, y, ya sabes, se lo pierden, pierden el ser parte de Papá Noel. Ellos sólo obtienen cosas como en cualquier otra época del año, probablemente más cosas, pero no es tan especial como apreciar que ellos son parte de Papá Noel junto con todos nosotros. Ellos no dan ese pensar en otros, ese cuidar a los otros tan especial, y por tanto, se pierden el convertirse en parte de Papá Noel, parte de lo que es realmente especial.

Así, cuando pienses en Papá Noel ahora puedes pensar en todo el amor y cuidado de tus padres, abuelos, amigos. Y también que ellos y todos nosotros somos más que eso. Somos Papá Noel y eso es algo muy especial en el mundo.

¿Estás preparada para ser parte de Papá Noel y unirte con nosotros para hacer cosas especiales? ¿Sí? ¡Genial! Ahora tienes que ser especialmente cuidadosa con lo que digas a los niños más pequeños que no pueden comprender lo que Papá Noel realmente es. Ellos necesitan imaginárselo como una única persona y disfrutar realmente pensándolo así. Y esto es realmente precioso, el poder disfrutar cuán feliz esto les hace y cuánto tú puedes disfrutar ayudándoles a disfrutar más.

papa noel hecho por todos

Ahora, ¿a quién puedes tú ayudar especialmente a que disfrute de Papá Noel?

Respuesta de la niña:

– Genial. Eso es realmente bonito.>>

El padre narró más tarde un cambio total en la niña desde sentirse triste y traumatizada a sentirse excitada compartiendo ideas sobre qué les complacería a primos y amigos. Después, ella fue el ayudante de Santa cuando estaban repartiendo los regalos a su prima más pequeña (con el disfraz y la cara pintada para que nadie la reconociese, ¡por supuesto!). Y realmente disfrutó la experiencia.

El disfrute en cuidar y dar a los otros supone una gran contribución a nuestro mundo y equilibra la demasiado común avaricia egoísta y la explotación de los otros. Para mí fue un regalo la oportunidad de ayudar a la pequeña a hacer una transición feliz en su comprensión, de hacer una contribución positiva a su familia y de ayudarla a disfrutar más de la vida.

La pequeña se benefició de mi modelado de los sistemas transcendentes. Todo lo que le dije era cierto y fácilmente comprobable. Todos tomamos parte en muchos todos más grandes que experimentamos como actuando con una identidad individual. Por ejemplo, familias, equipos, bandas, comunidades y naciones. Algunas veces estos todos más grandes representan “menos que la suma de las partes” y a veces “más que la suma de las partes”.

Mucha gente ha sufrido o se la ha matado en el nombre de algunas entidades trascendentales: bandas, religiones, naciones. Incluso aunque algunas personas quieren eliminar a Papá Noel, nadie ha sufrido o se le ha matado en su nombre. De hecho, cada año él trae regalos y regocijo. Algunas veces los regalos nos encantan, otras veces puede que sean regalos que no nos gustan pero están presentes, son evidencia de algo mucho mayor.

Con esto en mente me parecía apropiado comenzar mi blog con este ejemplo como un pequeño regalo de modelado, uno que espero pueda ser usado para ayudar a otros jóvenes contribuidores al regocijo y al misterio de la vida para convertirse en contribuidores más mayores, más sabios, más felices. Y espero que a medida que vaya presentando algunos pensamientos en este blog, éstos sean, tanto si los disfrutas como si no, ejemplos de modelado que puedas conectar con mucho más.

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Feliz Navidad. Disfrutad de lo que os traiga Papá Noel y disfrutad incluso más de lo que os dé el ser Papá Noel.»

‘Avogado6’ | Experiencias y emociones ilustradas

Las experiencias y emociones humanas pueden resultar muy difíciles de comprender, expresar y transmitir. El artista japonés ‘Avogado6’ es capaz de ilustrarlas de manera muy intensa y singular.

En otras páginas web hemos encontrado diferentes interpretaciones acerca del sentido de cada ilustración. Nosotros preferimos compartir únicamente las imágenes, para que podáis darles libremente vuestros propios significados:

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Referencias:

1) Página web oficial de Avogado6

2) Twitter de Avogado6

3) https://culturainquieta.com/es/ilustracion/item/13402-emociones-que-no-se-pueden-expresar-con-palabras-ilustradas-por-un-artista-japones.html

4) https://genial.guru/creacion-arte/un-artista-japones-dibuja-las-emociones-que-todos-hemos-sentido-pero-no-hemos-podido-expresar-con-palabras-585560/

 

Política y coaching | «La gestión neoliberal de la pobreza»

En los últimos dos artículos de nuestro Blog:  ‘Coaching’. Individuo y contexto | «Si tu casa está ardiendo, aprovecha el fuego para calentarte» y OBS Business School| «Habilidades directivas: qué son, cuáles son y cómo desarrollarlas», hemos estado reflexionando acerca del ‘coaching’ y nos sigue llamando la atención la cantidad de opiniones tan intensamente enfrentadas que genera. Desde luego, es una disciplina que no suele provocar indiferencia entre la gente que entra en contacto con ella.

Después del artículo ‘Coaching’, Individuo… me propuse publicar un ‘post’ en el que diera más detalle acerca del contexto sociopolítico actual, con el objetivo de ayudar a entender las críticas que se le hacen a esta disciplina. El ‘feedback’ que recibí entonces me llevó a escribir otro artículo diferente: Habilidades directivas… Pero los comentarios de mi compañera Amparo y de otras personas que han leído estos dos últimos textos, me han llevado a retomar la escritura de esta entrada. Esperamos que os resulte constructiva e interesante:

Hace unos días mantuve una conversación con una amiga acerca de la relación entre el ‘coaching’ y el contexto sociopolítico. A ella le parecía impecable que todas las empresas organizaran conferencias a sus empleados/as acerca de cómo automotivarse y hacerse responsables de su propio bienestar. Yo, valorando la parte positiva de esas formaciones, generalmente impartidas por psicólogos/as profesionales, que estamos convencidos de que tienen las mejores intenciones y están bien formados/as, también le expresé mis reservas desde una perspectiva más integrada en el contexto social y político.

Ella consideraba que argumentar en contra de este movimiento me convertía, prácticamente, en un agente favorecedor del hundimiento anímico de las personas, adversario de aquellos profesionales que te ayudan a elevarte hasta alcanzar la felicidad absoluta por ti mismo, independientemente del contexto en que te encuentres y cuáles sean tus posibilidades de transformarlo. No fue la primera vez que tuve que justificar mis críticas y reservas ante esta tendencia, cada vez más omnipresente. No obstante, también he defendido con frecuencia el enfoque de la psicología positiva ante gente que se posiciona en el otro extremo: todo lo relacionado con el ‘coaching’ les parece espantoso.

A esta amiga, a la que aprecio mucho y con la que me gusta debatir, le parecía inadecuado que yo integrara mi ideología en mi práctica profesional y en mi valoración acerca del estado de la profesión. No sé hasta que punto ella se había cuestionado la ideología subyacente a sus palabras y me gustaría que este artículo favorezca alguna reflexión. Ella no es psicóloga, podríamos pensar que esto la podría hacer más vulnerable a los «cantos de sirena» de esta nueva moda, pero lo más preocupante es ver que muchas psicólogas y psicólogos profesionales asimilan los postulados de esta tendencia sin espíritu crítico y sin cuestionar sus implicaciones más profundas a todos los niveles, incluido el sociopolítico e ideológico.

Me resulta curioso notar como ha cambiado el estado de la cuestión en relativamente pocos años: para mucha gente, la metodología emancipadora de ayer se ha transformado en la «prisión» estigmatizadora de hoy. Recuerdo cuando aún estaba estudiando la carrera y cuestionaba que la Psicología se centrara casi exclusivamente en tratar de describir y explicar todo lo que puede funcionar mal en los seres humanos. Hemos escrito al respecto en anteriores artículos: Psicología positiva (I) y Psicología positiva (II).

Durante esos años, leí con interés diferentes textos acerca de antipsiquiatría («…básicamente, cuestiona que la psiquiatría aplique herramientas y conceptos médicos de manera impropia, «medicalizando» problemas que son de índole social; que trate a los pacientes contra su voluntad, de manera demasiado directiva y dominante, tanto en comparación con otras áreas de la medicina, como con los enfoques psicoterapéuticos; que esté comprometida por nexos económicos con las compañías farmacéuticas; y que utilice catálogos o sistemas de categorías diagnósticas que estigmatizan a las personas. Estas «etiquetas» diagnósticas son rechazadas no solo por muchos pacientes, que las ven lesivas para la autoestima e identidad, sino también por profesionales del área de la salud mental, aunque no todos ellos adhieran necesariamente a la antipsiquiatría»), estudié diferentes enfoques asociados a la psicología positiva y al ‘coaching’, me sentí muy atraído por el paradigma sistémico que enfatiza el contexto para dar sentido a la experiencia humana.

Desde estas perspectivas, el foco de la patología ya no era tanto el ser humano individual y sus deficiencias, sino las disfunciones en las relaciones consigo mismo (contexto interno) y con su entorno (contexto externo). Por eso, al poner el foco en la relación entre ambos contextos, es casi inevitable tener en cuenta consideraciones políticas e ideológicas. Esto no lo hacemos por capricho, es una cuestión de coherencia y experiencia, ya que aporta eficacia, profundidad y calidad en nuestras intervenciones, como llevamos comprobando a lo largo de todo nuestro proceso de desarrollo profesional.

Hace años, confiaba mucho en la capacidad de emancipación que podía traer la psicología positiva, el ‘coaching’ y, en general, los enfoques humanistas que intentaban liberar a los pacientes de sus «cadenas diagnósticas». Enfoques que, sobre el papel, trataban de ayudarles a desestigmatizarse, aceptarse, valorarse y desarrollar su potencial de forma sostenible. Por supuesto, el enfoque sistémico que incluye los condicionantes contextuales, sociales y económicos me parecía imprescindible para no caer en una filosofía vacía y barata propia de ‘Mr. Wonderful’ que, además, daría alas a los valores que se promueven desde los sectores más neoliberales o ultracapitalistas: individualismo, egoísmo, ambición, avaricia, desigualdad, competición salvaje, culpabilización del desfavorecido, insolidaridad, ausencia de empatía, sumisión con el poderoso y autoritarismo con el oprimido…Por tanto, un psicólogo que no incluya los factores políticos e ideológicos en su bagaje personal y profesional, puede convertirse sin darse cuenta, probablemente sin quererlo, en un agente de no-cambio y no-emancipación. Un promotor de valores que no comparte no puede ser un profesional íntegro, no puede funcionar como un agente generador de dinámicas sostenibles, coherentes y disfrutables tanto en sí mismo como en sus clientes.

Pulsa en la siguiente imagen para leer un artículo escrito por un asistente a un curso de ‘coaching’. No dudamos de las buenas intenciones de la psicóloga que lo impartía, pero el alumno no quedó nada satisfecho y, probablemente, ella tampoco tuvo una experiencia demasiado agradable:

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El Coaching: ideología en vena | Fuente: https://nuevarevolucion.es/opinion-coaching-ideologia-vena/

A día de hoy, sin haber perdido la confianza en la capacidad emancipadora de la Psicología, insisto: me parece irresponsable no alertar de los posibles efectos contraproducentes que podemos favorecer en nuestros clientes al no incluir la ideología, el contexto y los valores en nuestra práctica profesional. En este sentido, soy crítico con situaciones como la que describe este párrafo de un reciente artículo de El Confidencial, acerca de una charla impartida por un conferenciante a una audiencia de camareras de piso, también conocidas como «Kellys»:

«El público lo forman alrededor de 1.000 limpiadoras de habitaciones de hotel, las célebres ‘kellys‘, que se agolpan en el Palacio de Congresos de Maspalomas. El hombre al que escuchan con atención es Luis Galindo, experto en optimismo. Quien financia el evento: una empresa hotelera. Lo de menos, el sueldo o las horas de trabajo. Lo importante: dar gracias por lo bueno, por vivir en el primer mundo, por tener salud. En definitiva, “fijarse en lo positivo y lo que puedes controlar por ti mismo, las demás cosas no dependen de tu voluntad, así que mejor no obsesionarse con ellas”.

El artículo de El Confidencial, a diferencia de este otro artículo de eldiario.es, no pone el foco en las injustas condiciones de trabajo de este colectivo, que ha aprendido a autoorganizarse y conseguir visibilizar su problemática con estrategias de conflicto social, buscando las soluciones en cambiar un contexto desfavorable y opresor, en lugar de culpabilizarse por sus propias características personales, por no haber aprendido a ser feliz en cualquier circunstancia: Las kellys, de la invisibilidad a la Moncloa en dos años.

Los esclavos como el ínclito Espartaco quizá no se hubieran rebelado nunca contra sus amos si hubieran tenido la «suerte» de contar con un selecto grupo de expertos conferenciantes que les ayudaran a ser felices como esclavos, sin más derechos que trabajar hasta reventar. ¿Cómo sería hoy el mundo si les hubieran enseñado a buscar las soluciones hacia dentro, individualmente, cada uno por su cuenta, en lugar de buscar soluciones hacia fuera, colectivamente, unidos frente a la injusticia, abrazando los valores de la dignidad, la libertad y la emancipación? Seguramente el mundo sería un lugar peor, a no ser que te dedicaras a la trata y la explotación.

En resumen, una psicología positiva o un modelo de coaching que no incluya un enfoque sistémico, que integre factores contextuales, económicos, políticos e ideológicos, aunque intente ser emancipador, tiene muchas papeletas para tener un efecto totalmente contrario, ya que responsabiliza total y exclusivamente al individuo de su sufrimiento, o de no alcanzar la felicidad prometida y deseada. Y, lo peor, es que lo hace con palabras tan seductoras que es fácil criminalizar o desacreditar al que se muestre mínimamente en contra, al que se atreva a nadar a contracorriente del modelo neoliberal del mundo que impregna cada vez más ámbitos de nuestras vidas.

El artículo de El confidencial no cuestiona para nada este modelo sociopolítico. No se centra en la precaria situación de las ‘kellys’, valorando aspectos éticos o emancipadores, denunciando la injusticia que se comete con ellas. Por el contrario, aparecen como simples «figurantes» de una historia de competitividad y rigor profesional, porque aquí los protagonistas, las auténticas estrellas, son los y las conferenciantes. En esta narrativa, tu éxito personal depende de tu actitud ante la vida, independientemente de tu particular contexto. Y, como sugiere el siguiente párrafo, el juez imparcial de tu éxito profesional es el sacrosanto e infalible «mercado»:

«Si uno observa los ponentes de los eventos principales y los cuadros de honor de las asociaciones dedicadas a estos asuntos, los nombres se repiten. Realmente, en ese ‘cuadro de honor’ de personas a las que se les paga más de 2.000 euros por dirigirse a los directivos o empleados de una empresa no hay muchos más de 20 individuos. Como bromea Chica: «En los grandes eventos, estamos aburridos de vernos las caras siempre los mismos«. Un club pequeño al que quieren acceder muchos otros: ‘El mercado dirá si llegan o no’.»

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En Eureka Benimaclet no somos enemigos de la competitividad, pero no compartimos que ese sea el único motor del cambio hacia una sociedad deseable. Tampoco pensamos que sea el mejor. El genetista y escritor francés Albert Jacquard lo explica muy bien en este video:

Por último, compartimos un acertado artículo del trabajador social Paco Roda. En él se exponen con crudeza las condiciones del contexto sociopolítico actual y se advierte de las consecuencias negativas (no intencionadas) que pueden ser originadas por acciones aparentemente «impecables» como el ‘coaching’ o, incluso, las redes de solidaridad popular:

Pobres: del bienestar a la caridad | «La gestión neoliberal de la pobreza»

«1. Los datos de la vergüenza 

La “marca” España tiene su contraportada. Una lista llena de números rojos. Son los números más vergonzantes que un Estado que alardea de social pueda presentar. Quizás por eso se obvian, se maquillan, se ignoran o incluso se banalizan. Pero están ahí. Son los números de la pobreza, la exclusión, el paro, la tasa de protección por desempleo, la pobreza infantil o la calidad de sus Servicios Sociales. Estos números bailan al compás de una crisis que se iniciara en 2008 y cuyo final algunos certifican, mientras otros, los muchos, continúan padeciendo. Y son esos números los que desafían los discursos hegemónicos de la clase política gobernante y el establishment mediático. Y es que en España malviven 10,2 millones de personas con una renta por debajo del umbral de la pobreza. Eso representa una tasa de pobreza del 22,3%. Solo Rumania y Bulgaria son más pobres. España padece una epidemia de paro que llega al 18,9%. Casi tres millones de personas viven con 11,4 euros al día. Como en Angola y Bielorrusia. Más del 60% de la población española tiene dificultades para llegar a fin de mes y solo el 54% de quienes se apuntan al paro perciben algún tipo de ingreso por desempleo. La renta del empleo empeora, es decir se trabaja más desde el 2012, de hecho, los beneficios empresariales se han disparado desde entonces hasta el 200,7%, pero el coste salarial apenas ha aumentado un 0,6%. Y las mujeres se llevan la peor parte, ya que suponen el 58% de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Siete de cada diez personas que reciben los salarios más bajos son mujeres. Ellas cobran hasta un 14% menos que los hombres. Y también la juventud que logra acceder a un empleo comprueba cómo su sueldo anual es un 33% inferior respecto al de 2008.

Estos datos, por si solos, no dicen nada. Se han banalizado. Pero son arte y parte de una estrategia, de una gobernanza y de una política austericida iniciada en 2008 que se activó como consecuencia de una crisis mundial autogenerada con la intención de inaugurar una nueva manera de gobernar y gestionar el mundo.

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2. El discurso neoliberal de la pobreza 

Ser pobre hoy tiene un alto precio personal que se paga muy caro en el mercado del estigma asignado. Ser precario o precaria, trabajadora pobre o excluido del circuito del consumo y la normalización social no es solo una situación vivida y padecida, es también una realidad interpretada y etiquetada por el poder, que se encarga de diseñar dispositivos ideológicos y argumentales para hacer digerible y amable el discurso en torno a la pobreza y la exclusión.  

Y es que no solo la crisis ha cambiado o reformulado el discurso sobre la pobreza, el desempleo, la precariedad o la exclusión social. No solo han cambiado sus ecos y sus resonancias sociales. También el discurso político y económico, que justifica la crisis y la reproduce, ha creado un nuevo sujeto social perfectamente adaptado a esta nueva situación. Un sujeto que, además de padecer una grave crisis de individualidad, ahora se autoinculpa de su situación personal y social. Ahora este sujeto tiene una noción de sí mismo y de su experiencia vital moralmente reprochable. Obsérvese al desempleado o el usuario de los servicios sociales que acude a éstos para solicitar un subsidio o prestación económica. No sólo evidencia una situación de precariedad o exclusión social, consecuencia de una estructura social desigual que raramente es observada o identificada por los profesionales que le atienden; incorpora además un juicio moral sobre sí mismo y así es evaluado. La crisis económica ha agudizado la individualización de las conductas hasta el paroxismo, pero no como un profiláctico ante la misma al estilo sálvese quien pueda, que también, sino como herramienta del poder. Y esto tiene que ver con el concepto denominado “gobierno de las voluntades” que vendría a ser algo así como las prácticas y los discursos centrados en el control de las conductas y los pensamientos de la gente con el objeto de conseguir que la propia ocupación y la propia manera de estar en el mundo y enfrentar la realidad, por dura que sea, refuerce el control del Estado, exculpe a éste de toda responsabilidad y justifique la inviabilidad natural de alterar el orden de las cosas. Como bien recuerda Mark Fisher, la narrativa terapéutica de la autorresponsabilidad heroica es el último recurso personal en un mundo en el que las instituciones ya no garantizan seguridad alguna.

3. Políticas sociales y neoliberalismo: de la protección al castigo 

Dos grandes teóricos europeos nos ayudan a interpretar estas derivas, a encontrarle sentido a esta nueva gobernanza y autogobernanza ante la adversidad. Por un lado, Loïc Wacquant con su obra Castigar a los pobres incide en un nuevo gobierno de inseguridad social encaminado a modificar los desajustes sociales provocados por la desregularización de la crisis económica y la reconversión del bienestar. Por otro lado, Maurizio Lazzarato en La fábrica del hombre endeudado, reclama que “la deuda sirve para disciplinar a las personas, pues no se trata sólo de un problema contable, sino que tiene una dimensión más profunda, en la que convergen elementos morales, políticos y estratégicos”.

Y es que el neoliberalismo no es solo una ideología aséptica o un sistema segregatorio de acumulación del capital; es una herramienta de dominación y de autodominación personal y social. Porque el actual capitalismo es una picadora de carne que no sería nada sin nuestra activa colaboración. Y para ello se han articulado estrategias que transversalizan todos los sistemas sociales, económicos, culturales o políticos. Nos detendremos en los sistemas de protección social. Y es que desde hace tiempo las políticas públicas patologizan e individualizan aquellas biografías, itinerarios o sucesos que escapan a los procesos de normativización y normalización social. El sistema de salud y el de los servicios sociales victimizan los procesos personales haciendo creer al sujeto que él es el culpable de su situación. Reconversiones, paro de larga intensidad, precariedad laboral, exclusión social, pobreza endémica, divorcios, estrés, ansiedad, se envuelven en nuevas categorías gnoseológicas que explican los nuevos problemas sociales, problemas por otra parte absolutamente despolitizados en su origen, análisis y significado. Por ejemplo, los Servicios Sociales han inventado herramientas de normativización social como la Búsqueda Activa de Empleo, los acuerdos de incorporación, el itinerario de inserción y otras lindezas técnico-burocráticas, descontextualizadas de la realidad social en las que los sujetos victimizados y desautorizados se ven obligados a desprenderse de su protagonismo histórico. Ya no interesan las causas que han generado esas biografías de la pobreza, el abandono o la desesperación, como si los sujetos hubiesen elegido su propia miseria. Nada se opina sobre las condiciones y relaciones laborales, sociales, familiares, patriarcales, sexistas o de dominación. Nada sobre la inseguridad, las infraviviendas, los salarios parciales, los talleres ilegales y las múltiples formas de explotación invisible. Nada. Como si sólo nos interesara asistencializar a quienes van a la deriva, a quienes no asimilan su naufragio voluntario.

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4. Gestión de la pobreza: la redención del pobre

Mientras la clase corrupta sale inmune de sus tropelías, los pobres se ven obligados a sentarse a diario ante el tribunal del Santo Estigma. Y no es una exageración. Una especie de culpabilización colectiva les obliga a rendir cuentas por su propia pobreza. A ser investigados por cobrar –los que cobran–, por percibir las ayudas que reciben: paro, subsidios de todo tipo y rentas garantizadas o rentas de inserción. A decir donde están, donde viven, con quién, donde están empadronados, si viajan o no, si salen del país o no, si se casan, se juntan o si les toca la lotería. En definitiva, un control de la propia subjetividad que ya anunciara Foucault el siglo pasado. La pobreza también tiene su propia gestión neoliberal. Una gestión que recorre de forma transversal casi todos los dispositivos de los sistemas de protección social, especialmente los de Empleo y Servicios Sociales.

Porque es aquí, en la cola del paro, en la ventanilla del desempleo o en las oficinas de los Servicios Sociales y en sus dispositivos de acompañamiento, acogida, orientación y prestación de ayudas económicas donde se han implementado dinámicas neoliberales de atención y control de la ciudadanía. Control que se realiza a través de herramientas formativas, de acompañamiento o enmarcadas en las denominadas políticas de activación y la autogobernanza amparada por el falso mito de la autonomía personal o la ilusoria empleabilidad. Muchos trabajadores pobres, precarios y precarias, subsidiados y desempleadas recorren las oficinas del SEPE y cuando no reciben ayuda aquí –hay que recordar que 1.200.000 parados no perciben ninguna prestación– acaban en los Servicios Sociales demandando Renta Garantizada. Uno de los principales dispositivos de lucha contra la exclusión social son los programas de Rentas Mínimas de Inserción cuyos destinatarios son personas con ingresos por debajo del umbral de la pobreza, trabajadores y trabajadoras pobres. Estos programas contienen dos elementos: un ingreso económico mensual que varía en función de cada Comunidad Autónoma y un Itinerario Personalizado de Incorporación Social, título rumboso donde los haya para denominar un contrato entre la administración pública y la persona beneficiaria donde se pactan una serie de acciones para favorecer la supuesta inserción social a cambio de la prestación recibida. Y en estas prácticas es donde las tecnologías del yo hacen su aparición en forma de herramientas de control y dinamización neoliberal basadas en la pedagogía del déficit. Ese sujeto intervenido es considerado huérfano de habilidades, actitudes, aptitudes o capacidades socio personales para enfrentarse a la adversidad de su existencia. Y así nos inventamos, al amparo de directrices europeas, una serie de dinámicas que intercambiamos desde los servicios de empleo y servicios sociales con la ciudadanía más precaria. Pero nada de hablar de la estructura económica que ha generado esa desigualdad y esa exclusión del empleo. De lo que se trata es de activar herramientas que responsabilicen al sujeto, que asuma su propio desclasamiento interior y lo reactive a través de tecnologías redentoras.

La formación se configura, así, como un mito, un estadio al que llegar. Sin formación no hay paraíso, aunque el paraíso ya no exista. Y es que en los distintos programas de activación para el empleo destinados a la población desempleada y a la población que está protocolizada y monitorizada por los Servicios Sociales, la formación actúa como motor de cambio. Y esto es lo que se vende a los pobres y desempleados como productos de salvación: cursos de formación pre laboral, de formación profesional, cursos para elaborar un currículum o cómo abordar una entrevista de trabajo, aunque sea precario, o la búsqueda activa de empleo, como si los sujetos estuvieran infantilizados para tal fin, o de habilidades sociales, personales y actitudinales. O incluso para mejorar la autoestima, cuando la autoestima no se mejora si no es con un empleo digno y una resocialización igualitaria, o de habilidades sociales, como si una no las hubiera demostrado antes para soportar esa pobreza o precariedad que padece. Y el colmo es la oferta de los cursos de inteligencia emocional entendidos como recurso reparador y redentor de nuestra situación, como si los culpables del desempleo fueran fuerzas internas que haya que gestionar emocionalmente pero no políticamente.

5. Sobredosis de solidaridad social que no repara el déficit de igualdad

Frente al descalabro de los sistemas públicos de protección social, frente a la saña de los recortes en los principales seguros vitales que nos han proporcionado más o menos seguridad ante la adversidad, frente al acoso y derribo de lo público como estructura de protección; no pocos colectivos civiles y religiosos, oenegés, entidades privadas de solidaridad con y sin ánimo de lucro y grupos ciudadanos de variada tipología, han izado la bandera de la desigualdad y la pobreza como formas de solidaridad redencionista. Numerosas iniciativas sociales y de apoyo mutuo tratan de salvar a la gente de los desahucios, de la pobreza, del frío, del hambre, de los cortes de agua y luz, de la precariedad y la carencia de las necesidades más básicas. Prácticas todas ellas loables, de reconocida solvencia solidaria, de gran reconocimiento social, pero que sigilosamente se formalizan como desplazamientos de las formas de distribución garantistas procedentes de los sistemas públicos. Como si los sistemas públicos, invisibilizados y descapitalizados, por no decir despolitizados, fueran incapaces de abordar este socavón social creado por la crisis. Y esto tiene efectos secundarios de obligada lectura. Los medios de comunicación al servicio de la ideología neoliberal dominante están fabricando un discurso tras el cual ese tercer sector de carácter benéfico es presentado como el único actor posible para responder a las situaciones de emergencia, pobreza y precariedad generalizada. Y eso provoca, no ya una desconfianza en los sistemas públicos, ultrajados como ineficaces por la ideología neoliberal, sino algo mucho peor: su retirada simbólica del imaginario colectivo como correctores de las desigualdades. De ahí a aceptar la caridad bien entendida y la beneficencia intensiva como únicas posibilidades para salir de la ciénaga vital, va solamente un paso: la aceptación merecida de la pérdida de ciudadanía reconvertida ahora en un sucedáneo de ciudadanía premiada con prestaciones graciables. 

Pero la cuestión de fondo es cómo esa ingente sobredosis e inflación de solidaridad horizontal entre iguales se está convirtiendo, por acción u omisión de los sistemas públicos de protección ultrajados y descapitalizados, en la estrategia dirigida e invisibilizada de la nueva gestión neoliberal de la pobreza. Porque esta instauración de la caridad privada, la que nos sale del alma, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente a pie de obra y voluntarios de todo tipo y condición, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del estado social y democrático de derecho. Porque esa caridad bien entendida rompe, a sabiendas o no, con el principio de igualdad vital en democracia social.

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Cuesta decirlo, pero en esto también, como dice Marta Sanz, los que creen que no forman parte del discurso dominante cada día lo apuntalan más.»

En el caso de que hayas llegado hasta aquí, te doy las gracias por hacer el esfuerzo de leer, reflexionar y cuestionar algunas de tus ideas. Entiendo que este no es un artículo especialmente ameno, pero si sirve para generar entendimiento entre posiciones enfrentadas y para trabajar los contextos (como psicólogos y ‘coaches’) de formas constructivas, habrá merecido la pena escribirlo. Espero que, para ti, también haya merecido la pena leerlo.

 

OBS Business School | «Habilidades directivas: qué son, cuáles son y cómo desarrollarlas»

Hace unos días comencé a escribir un artículo relacionando algunos aspectos del ‘coaching’ con la ideología neoliberal. Tenía algunas dudas acerca de su publicación, incluso antes de que mi pareja y compañera me diera su opinión, como hace siempre que escribo un artículo. No me sorprendieron sus consideraciones porque entiendo que no es un tema divertido o curioso (es casi lo opuesto a un artículo ‘clickbait’). Tampoco es agradable cuestionarse las propias ideas o modelos del mundo, requiere un esfuerzo que nuestras circunstancias no siempre nos permiten. Y, ciertamente, lo que percibimos actualmente en nuestro entorno son personas más necesitadas de seguridad que predispuestas a implicarse en procesos de cuestionamiento y desarrollo.

En nuestros procesos de intervención tenemos muy en cuenta el modelo FADS (Fear/Miedo, ‘Angst’/Vacío existencial, Desarrollo/Development, Seguridad/Safety). Este modelo de la metodología DBM® resulta muy útil para calibrar el estado del cliente, dar sentido constructivo a su malestar y establecer objetivos adecuados, que pueden estar más dirigidos en cada momento a generar desarrollo o a generar seguridad. Entiendo que, cuando el malestar de una persona tiene más que ver con el miedo que con el vacío existencial, la motivación principal de ésta será la búsqueda de seguridad y el rechazo a las conductas de desarrollo como pueden ser cuestionar y transformar los propios comportamientos, creencias, valores, actitudes…Por eso es tan importante tomar ambas en consideración, para poder establecer dinámicas en las que tanto la seguridad como el desarrollo puedan funcionar de forma armónica y compensada.

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Una de las razones que me llevó a escribir el anterior artículo fue precisamente la actitud de rechazo que he encontrado en algunos colegas, amigos y conocidos al tratar de profundizar en las implicaciones del ‘coaching’ y su componente ideológico. Con frecuencia, me han mostrado firmes resistencias cuando les he transmitido reservas acerca de algunos aspectos del ‘coaching’ que, analizados con una perspectiva sociopolítica, me parecen más perjudiciales que beneficiosos para nuestra salud mental. Uno de los aspectos que critico es que no se tenga en cuenta la incoherencia de promover un desarrollo casi ilimitado (del éxito, de la felicidad, de la productividad, de los beneficios empresariales…) desde unas condiciones de creciente inseguridad de los trabajadores (precarización, explotación, paro, pobreza…). No me parece una perspectiva equilibrada, justa y sostenible.

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La opinión de mi pareja acerca del artículo, que no era muy favorable a su publicación, me hizo cuestionarme si yo estaba cometiendo el mismo error que critico, exigiendo a los lectores que traten de buscar desarrollo en lugar de buscar seguridad. Proponiendo que se cuestionen a sí mismos y a su realidad, en lugar de reafirmar su propia identidad y conseguir percibir el mundo como un lugar seguro y disfrutable.

Es posible que sea el propio sistema de valores neoliberal que pretendo cuestionar el que, desde la política, genera miedo y culpabilidad en los individuos. Por eso me parecía importante empoderar a los lectores promoviendo el cuestionamiento de ese sistema de valores, que encuentro perjudicial para nuestra salud mental. A pesar de esta consideración, tras calibrar las reacciones de la gente que me rodea, yo mismo me he replanteado la idea de publicar el artículo y he decidido reservarlo para otra ocasión. Entre otros motivos, no me parece conveniente forzar el desarrollo si no hay una base de seguridad sobre la que construir. Y no me parece coherente pedir que los demás se cuestionen a sí mismos, si yo mismo no soy capaz de hacerlo.

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Por eso, hoy no voy a centrarme en desarrollar una perspectiva crítica con el contexto ideológico que impregna algunas formaciones y filosofías empresariales. En lugar de eso, sin tratar de perder la coherencia con mis propios valores, voy a tratar de hacer algo más constructivo y útil para las personas que tratan de impartir estos cursos motivacionales (con sus mejores intenciones) y para las personas con puestos de responsabilidad en este tipo de organizaciones empresariales. Por supuesto, quiero enfatizar que mis críticas al sistema no tienen nada que ver con el aprecio que siento por las personas que desempeñan esos perfiles profesionales. Porque además, entre esas personas, se encuentran muchas de mis amistades y colegas a las que respeto profundamente.

Por todo esto, me parece interesante compartir este texto que nombra y describe las habilidades más importantes que deben desarrollar los directivos y directivas para convertirse en líderes:

Habilidades directivas: qué son, cuáles son y cómo desarrollarlas

“El liderazgo de calidad está respaldado convenientemente por una serie de habilidades que refuerzan su efectividad y encumbran al éxito a quien las presenta. Es difícil, una vez que se cuenta con alguna de estas capacidades, el perderla. Lo que sí es posible es adquirirla, partiendo de cero. Es una cuestión de conciencia, foco y esfuerzo. Este impulso ha de dirigirse hacia la consecución de las siguientes habilidades directivas:

  1. Inteligencia social: ayuda a la comprensión de las situaciones y dinámicas sociales. Este tipo de habilidades directivas permiten tomar decisiones de manera efectiva en una variedad de situaciones sociales. Para darse, precisa de conciencia social, la sensibilidad a distintas situaciones sociales y habilidad para actuar en consonancia con el rol de líder. Para desarrollar la inteligencia social es necesario el contacto humano y exponerse a diferentes personas en distintas circunstancias. De esta forma se puede hacer crecer la propia percepción social y la capacidad de involucrar a otros.
  2. Habilidades interpersonales: la capacidad de dirigirse a distintas personas, en diferentes ambientes y con propósitos variados; la habilidad de comunicarse con audiencias de pequeño tamaño y también de gran volumen, y la decisión para hacerlo, aunque no se conozca a los interlocutores, resumen este tipo de habilidades directivas que resultan imprescindibles en cualquier proyecto. Pese a que las habilidades interpersonales se consideran a veces como un subconjunto de la inteligencia social, deben asumirse como capacidades con entidad propia. Teniendo en cuenta su relevancia, es preciso no dejar de mejorarlas, siendo un oyente activo, trabajando en habilidades de conversación y de discurso y tratando de mejorar en las relaciones personales, ya que ello tendrá su reflejo en la optimización de las relaciones laborales.
  3. Inteligencia emocional: Daniel Goleman en su obra apunta los aspectos más significativos de estas habilidades directivas, pero que también son importantes capacidades a cualquier otro nivel (y no únicamente en el plano profesional). Pueden considerarse como un complemento a la inteligencia social, ya que giran en torno a la capacidad de comunicación a nivel emocional, la habilidad para comprender las emociones de los demás, entendiendo las situaciones por las que atraviesan. La inteligencia emocional tiene una gran carga interior, ya que para lograr los objetivos descritos es imprescindible estar en sintonía con las propias emociones. Para hacer crecer la inteligencia emocional y desarrollar ese carisma tan anhelado, hace falta profundizar en la comunicación no verbal, aprender a regular y controlar los propios sentimientos y, por supuesto, saber expresarlos de manera apropiada.ae05c738002c73bce4ab055f9d9e0ea3
  4. Prudencia: sí, esta habilidad es determinante especialmente en entornos dinámicos y, muchos Project Managers podrían beneficiarse de sus ventajas. Pero es difícil de cultivar. Para muchos es sinónimo de sabiduría, para otros es inherente a la experiencia y, sin embargo, ninguno está del todo en lo cierto ya que se trata de ser capaz de ver otras perspectivas y de tener en cuenta diferentes puntos de vista antes de actuar, con objeto de evitar la impulsividad o las acciones motivadas por una visión limitada. Para ser Directores de Proyecto prudentes hay que saber pedir opiniones, hay que tener la capacidad de escuchar a los demás y, lo que es más complicado, hay que tener en cuenta toda esta información antes de dar ningún paso.
  5. Coraje: esta manifestación de la valentía también se encuentra entre las principales habilidades directivas. Más que con el arrojo, el coraje se relaciona con la fortaleza, e implica tener el valor de tomar riesgos calculados y la actitud necesaria para defender las propias creencias y hacer lo correcto, independientemente de las circunstancias. Para experimentar este valor en la propia gestión es preciso revisar la propia escala de valores, las prioridades de uno mismo, y tratar de robustecerlos.
  6. Gestión de conflictos: estas habilidades directivas son importantes porque en los proyectos es habitual que se produzcan roces o se presenten fricciones entre grupos de interés o entre los propios miembros de los equipos de trabajo. Cualquiera de estos problemas podría debilitar el proyecto y hacer perder de vista los objetivos a los principales actores. Un buen Project manager no puede dejar que eso suceda y ha de saber mediar. No sólo ayudando a resolver este tipo de cuestiones cuando surjan, sino que también mostrando la capacidad de evitar su aparición. La resolución de conflictos es una cuestión de estrategia, aunque resulta muy útil disfrutar de un amplio conocimiento de las personas con las que se trabaja. La mejor manera de lograrlo es tratar de transmitir a las partes una visión positiva, la de que encontrar una solución donde todos ganen y nadie pierda es posible, y, partiendo de ese «final» avanzar hasta el presente, con las ideas más claras acerca de los puntos donde se pueden hacer concesiones, siendo flexibles y asumiendo que todos tendrán que renunciar a algo.
  7. Toma de decisiones: una de las competencias básicas para cualquier líder es la capacidad de tomar buenas decisiones. Tener una mente analítica, capacidad para escuchar, atención al detalle, capacidad para actuar correctamente bajo presión y saber cuándo es el momento de dar un paso atrás y dejar que otros decidan se encuentran entre las características que presentan quienes disfrutan de estas habilidades directivas que les ayudan a avanzar con buen pie. Para desarrollar una buena toma de decisiones es imprescindible la experiencia, pero, igual de importante y necesaria resulta la formación.”

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Esperamos que os haya resultado interesante y agradable de leer. Y, por último, si necesitas potenciar tus habilidades directivas no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

‘Coaching’, Individuo y Contexto | «Si tu casa está ardiendo, aprovecha el fuego para calentarte»

Desde una perspectiva propia de la psicología sistémica, para dar sentido a las experiencias hemos de tener en cuenta los contextos en que se generan. El irreverente cómico Ignatius Farray, en una de sus actuaciones, utilizó un ejemplo muy gráfico: imaginad un maestro espiritual junto a su discípulo, paseando por un bosque. El maestro le dice: «Si tu casa está ardiendo, aprovecha el fuego para calentarte». El discípulo reflexiona en silencio. En principio, ningún problema. Pero imaginemos la misma frase en otro contexto muy diferente: una persona prácticamente ahogada y con quemaduras graves consigue salir de su casa, que ha ardido casi completamente porque los servicios de extinción no han llegado a tiempo de evitarlo. El jefe de bomberos se acerca tranquilamente al herido, que se encuentra en un estado deplorable y le dice: «Si tu casa está ardiendo, aprovecha el fuego para calentarte». A partir de este ejemplo, podemos darnos cuenta de que el contenido de la frase, aislado de un contexto, no es esencialmente bueno o malo. Es el contexto lo que le da un sentido, que puede ir desde lo pedagógico (constructivo) a lo cruel (destructivo). Por eso, nos parece de una importancia indiscutible tener en cuenta el contexto en todas nuestras intervenciones y en todo análisis de la realidad.

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Good or Evil? | ¿Bueno o malo?

¿Para entender y explicar el comportamiento humano debemos enfocarnos en factores individuales/subjetivos o en factores sociales/contextuales? Esta cuestión ha sido objeto de innumerables consideraciones epistemológicas y ha generado controversia en las ciencias sociales, porque da lugar a un dualismo en relación al objeto de análisis que utilizamos para explicar la conducta humana: individuo/sociedad, acción/estructura, micro/macro, locus de control interno/externo, experiencia/contexto…El sociólogo Anthony Giddens (1938-) trató de ofrecer una respuesta coherente e integradora al problema del dualismo existente en la Teoría de la Acción. Esta teoría, desarrollada por otro sociólogo, Max Weber (1864-1920), sostiene que la teoría social tiene que concentrarse en la comprensión de los motivos de las acciones sociales realizadas por los individuos. Los posteriores desarrollos de esta teoría adoptaron dos sesgos diferentes:

  1. Subjetivista, centrados en el individuo y sus dinámicas mentales.
  2. Objetivista, centrados en los contextos y sus estructuras sociales.

Giddens sostiene que este dualismo es una base inadecuada para construir una teoría social productiva. Así, sostiene que los filósofos de la acción (subjetivistas) no prestan atención a las consecuencias no intencionadas de la acción, esto es, aquellas que no son previstas ni calculadas por los actores, pero que se dan efectivamente como resultado de la acción emprendida por éstos. En cambio, los estructuralistas (objetivistas) caen en el error de priorizar la estructura social sobre el sujeto. Así, se ven impedidos para explicar las acciones desde los individuos. Por otra parte, tampoco pueden dar sentido a los procesos de cambio social ya que, al enfocarse en las estructuras como cosas estáticas, no pueden dar sentido a los procesos por los cuáles las mismas se transforman. Para Giddens, una teoría de la acción social tiene que poner en el centro de su atención la siguiente cuestión: los actores sociales son conocedores de las condiciones de la reproducción social en la que se encuentran inmersos. De esta manera, no pueden ser meros autómatas que actúan en función de lo que exigen las estructuras.

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Banksy “Tagging Robot” – Coney Island

Por un lado, hemos visto la importancia del contexto en todas nuestras valoraciones y experiencias. Por otra parte, nos interesa el concepto de consecuencias no intencionadas de la acción. Y, por último, queremos destacar la capacidad que tenemos de transformar nuestros contextos, al conocer las condiciones en las que éstos se están reproduciendo. Porque las estructuras nos influyen, pero no tienen la capacidad de determinar nuestros comportamientos y actitudes.

Dicho esto, nos preguntamos: ¿Es el ‘coaching’ bueno o malo? Este es un tema que genera bastante polémica, pudiendo encontrar firmes defensores y críticos despiadados. En nuestra opinión, no es esencialmente bueno, pero tampoco esencialmente malo. Como hemos visto, dependiendo del contexto, puede resultar muy pedagógico o muy cruel. No es lo mismo decirle: «tu felicidad depende solamente de tu actitud ante la vida» a una persona que tenga una vida relativamente acomodada y sus necesidades básicas cubiertas, que decírselo a otra persona cuyas condiciones laborales y de vida sean absolutamente precarias, que no llegue a fin de mes ni trabajando y se encuentre al borde del desahucio.

Entonces, ¿eso significa que algunos ‘coaches’ son gente cruel? Estamos convencidos de que no es así. Probablemente sean profesionales no conscientes de las consecuencias no intencionadas de sus acciones. Seguramente su intención es animar y empoderar a sus clientes, pero me parece conveniente analizar por qué mucha gente lo percibe de forma tan negativa y, en algunos casos, hasta lo consideran cruel. Debe resultar muy frustrante, tanto para el profesional como para el cliente, tratar de comunicarse constructivamente desde posiciones tan enfrentadas. En estos casos, lo más habitual es que se atienda al individuo para reprocharle sus cualidades negativas, en lugar de atender a los contextos para tratar de dar sentido desde la comprensión de las circunstancias del otro (cuestión que resulta mucho más compleja).

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¿Por qué tanta gente está en contra del coaching y de la psicología? ¿Que consecuencias no intencionadas tienen nuestras acciones profesionales?

Seguramente, los clientes que critican ferozmente el ‘coaching’ lo están valorando desde un contexto muy diferente al de los profesionales que lo defienden. Sería útil para los profesionales entender cómo son esos contextos que perciben los clientes, en lugar de buscar las razones en características individuales como las actitudes negativas o «no querer salir de la zona de confort». Igualmente, podría resultar conveniente que los clientes entendieran que todos los ‘coaches’ no son gente insensible y cruel, sino que experimentan la realidad desde un contexto en el que tiene sentido aplicar sus técnicas y métodos. Estamos convencidos de que estos profesionales no se consideran el bombero que habla a la víctima del incendio, sino el maestro espiritual que ilumina a su discípulo.

¿Los actores sociales son conscientes de las condiciones en que se reproduce y transforma nuestro contexto? En mi opinión, no solo sería muy beneficioso, sino que me parece imprescindible. Y especialmente en el caso de psicólogos y ‘coaches’, que trabajamos con seres humanos contextualizados y nuestro cometido es promover su salud mental. Debemos ser conocedores de las circunstancias sociopolíticas en las cuales están inmersos nuestros clientes porque, además, se nos presupone un espíritu crítico y transformador. No podemos ser meros robots que actuamos en función de las exigencias de nuestro propio contexto, sin tener en cuenta el de los demás. Por supuesto, creo que es una obligación y exigencia que recae más en los profesionales que en los clientes, pero mi intención al escribir este artículo es promover una reflexión en ambos colectivos.

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Consideramos que todos los profesionales cuyo trabajo afecte a otras personas, incluyendo obviamente a psicólogos y coaches, debemos tener siempre presente esta regla. Especialmente para saber si estamos perjudicando de forma no intencional a nuestros clientes.

En el siguiente ‘post’, trataré de desarrollar los contextos desde los cuales surgen críticas al ‘coaching’, principalmente por su efecto (seguramente no intencionado) de apuntalar los valores de la ideología neoliberal (competitividad, individualismo, ambición, productividad, consumismo, legitimación de la desigualdad…). Entre otras cosas, porque yo mismo comparto algunas de esas objeciones y reservas. Y, aunque no me considero un crítico feroz, me parece conveniente visitar los contextos desde los cuales se critica esta metodología y extraer conclusiones constructivas que eviten, en la medida de lo posible, las consecuencias no intencionadas de nuestras acciones profesionales.

Y, para finalizar, os proponemos una pequeña dosis de humor y sana autocrítica profesional, de la mano de los cómicos Pantomima Full y su visión del ‘coaching’:

Fuentes:

1- VIU Universidad Internacional de Valencia – ¿Qué es la psicología sistémica?
2- Miseria de la Sociología. Ficha de lectura. Giddens, anthony: profiles and critics in social theory (1982)
3- Consecuencias no intencionales y figuración: una incursión crítica en la obra de Norbert Elias.
4- Consecuencias deseadas y… ¡no deseadas!
5- Ignatius Farray – La Vida Moderna
6- Pantomima full – Coach