Psicología positiva (II)

En el artículo anterior expusimos los beneficios del estudio y la intervención en aspectos positivos de la experiencia, como pueden ser la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad, el amor, la resiliencia…Pero, como siempre, nos gusta adoptar un enfoque holístico y nos parece responsable exponer las limitaciones (e incluso peligros) que a nuestro juicio pueden existir dentro del enfoque de la llamada “psicología positiva”:

–        Fanatismos y exageración de los beneficios de la psicología positiva y de las emociones “positivas”.

El amor se puede considerar uno de los máximos exponentes de emoción positiva, pero podemos encontrar casos en los que, como mínimo, surgen dudas acerca de sus beneficios: oprimidos que ‘aman’ a su opresor, cónyuges que ‘aman’ a sus maltratadores, gente que ‘ama’ el dinero y su propio beneficio sobre todas las cosas… (Y es que la palabra amor no deja de ser una etiqueta, a la que cada persona puede asociar contenidos muy diferentes, en base a sus propias experiencias e ideas al respecto.)

Foto: Taller “La construcción sociocultural del amor romántico”
http://www.faktorialila.com/index.php/es/formacion-on-line/taller-el-cuento-del-amor

–        Enfoques no sistémicos, tendencia a centrar todo en la responsabilidad personal individual, sin contar con las limitaciones del entorno o las injusticias sociales del sistema en el que está comprendido el individuo.

El contexto social y cultural como factor limitador del desarrollo de la salud mental debería ser tenido en cuenta tanto como los factores limitadores genéticos/biológicos. Los desequilibrios e injusticias sociales no se curan con fármacos, aunque quizá la sobremedicación en trastornos mentales ayuda a encubrir (o al menos paliar) los efectos de situaciones que, en otras circunstancias, serían personal y socialmente insostenibles.

–        Mantenimiento de estructuras de poder y justificación del statu quo (si las cosas te van mal la culpa es de tu actitud: se positivo, apúntate a cursos de optimismo, certifica tus estudios en los mejores centros y el éxito te llegará solo).

Es común observar a personas con procesos vitales personales/profesionales excelentes y pobres resultados (casi cualquier investigador científico en este país) y personas con pobres procesos vitales y excelentes resultados (no queremos dar nombres concretos pero seguro que al lector/a se le ocurren muchos ejemplos de gente que ocupa posiciones que no se corresponden con su actitud, esfuerzo o méritos objetivos).

–        Lo último que necesita una persona deprimida es un contexto social en el que las emociones negativas se consideren casi un síntoma de enfermedad y sentirse triste/desanimado se convierta en algo completamente indeseable de lo que es mejor no hablar.

Una persona deprimida ya tiene bastante con sus propios síntomas, como para que además le hagamos sentir culpable y único responsable de su desdicha. Y para que tenga muy claro que no debe incomodar al resto del mundo con sus problemas, le hacemos llegar el mensaje de que aquí estamos todos para ser felices y no para molestarnos unos a otros con asuntos desagradables. (En Navidad, época de amor incondicional y felicidad casi obligatoria, es frecuente que se produzca un aumento significativo en los síntomas depresivos y en el número de suicidios cometidos.)

Foto: A depressive’s guide to Christmas, by Kat Kinsman, CNN
http://edition.cnn.com/2012/12/19/living/christmas-depression/

–        Tendencia a generar relaciones de dependencia emocional con los guías espirituales, facilitadores, psicoterapeutas…en lugar de promover una intervención que genere emancipación y autonomía personal, además de ajustes emocionales adecuados y flexibles.

En algunos casos encontramos gurús, facilitadores, profesionales de la “Psicología Positiva”, que seguramente tienen muy buenas intenciones pero con sus metodologías parecen promover la endogamia grupal adoptando actitudes casi sectarias de “optimismo y felicidad militante”, utilizan conceptos muy atractivos y grandilocuentes que no se centran en el cliente sino en reforzar su propio prestigio personal para mantener fieles a sus seguidores, prometen felicidad e iluminación mientras buscan su propio beneficio económico, y por supuesto, si como cliente no alcanzas el ‘Satori’, tiene que ser necesariamente culpa tuya, porque el gurú al que vas es, sin duda, “el mejor”. No queremos generalizar porque estamos seguros de que la mayoría de profesionales cuidan la calidad integral de sus intervenciones centrándose en el cliente con un enfoque sistémico, holístico y global. Pero es justo prevenir y denunciar malas prácticas que acaban desprestigiando a los profesionales que se toman en serio el enfoque de la Psicología Positiva, promoviendo la autonomía y bienestar emocional de sus clientes en el menor número de sesiones posible, sin artificios ni falsas promesas.

En definitiva, nuestro enfoque trata de buscar una armonía integrando sensaciones, emociones y percepciones de la realidad con un sentido constructivo. El miedo es bueno, te permite reconocer y evitar peligros, el miedo al miedo es ansiedad, y si ésta se mantiene en el tiempo puede provocar desajustes muy negativos. Las sensaciones y emociones negativas son buenas en cuanto a su utilidad práctica, nos comunican que hay algo a lo que debemos atender, reconocer y responder. Si me duele el pie al pisar una superficie ardiendo, lo apartaré rápidamente. Si me siento mal por no cuidar de la gente que quiero, será más probable que intente hacerlo.

El trabajo en reeducación consiste precisamente en que los adolescentes experimenten emociones negativas en lugar de positivas cuando piensen en robar a sus padres, pegar palizas o cometer abusos sexuales. Desde este punto de vista, las emociones negativas cumplen una función para la vinculación social positiva tan importante como las que ya gozan del cartel: “emociones positivas”. Lo realmente peligroso es sentirse mal acerca de sentirse mal, ya que se puede abrir la puerta a desajustes de un nivel más profundo al entrar en lo que Bertrand Russell, Paul Watzlawick o Gregory Bateson han desarrollado y definido en sus trabajos como Tipos Lógicos de orden superior.

Sentirse siempre feliz (alegre, satisfecho…) es fisiológicamente imposible y además resultaría muy poco adaptativo. Plantearlo como meta única en un proceso de terapia o desarrollo personal es claramente irresponsable. Proponerse el objetivo de que una persona se sienta bien (porque sentirse mal es un síntoma que hay que erradicar como sea) sin intervenir en los aspectos globales que generan una sensación negativa (para conocer la función que está desempeñando dentro de una lógica sistémica), aunque se haga con la mejor de las intenciones, supone trabajar con un enfoque muy incompleto y realmente limitado en sus beneficios reales para el cliente.

En cualquier situación, pero especialmente en el contexto socioeconómico actual, hay que ser muy cuidadoso con los mensajes que se lanzan: ante situaciones injustas o acontecimientos perjudiciales puede ser muy apropiado sentir enfado, rabia y frustración, porque la realidad que percibimos no nos parece aceptable y nuestro organismo nos pide cambiarla. Hagamos esfuerzos en ser positivos, realmente estamos convencidos de que vale la pena y nos puede ayudar a crecer, evolucionar y protagonizar cambios significativos en nuestras vidas…Pero no nos olvidemos de experimentar, de permitirnos sentir emociones negativas, de aceptarlas y de integrarlas, porque a veces son éstas emociones las que más nos pueden ayudar a transformar nuestra realidad.

Foto: El enfado inspirador, por Gabriel García
http://gabrielgarciadeoro.com/el-enfado-inspirador-2/

3 comentarios en “Psicología positiva (II)

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